EL
DESEO DE CRISTO JESÚS ES HACER DE LOS HOMBRES UNA COMUNIDAD FRATERNA.
Iluminación: ¿Por qué has de ser como un pasmado, como un
valiente incapaz de ayudar? Pues tú estás entre nosotros, Yahveh, y por tu
Nombre se nos llama, ¡no te deshagas de nosotros! (Jer 14, 9)-
El
deseo del hombre es estar con el Señor: Pero ellos le forzaron diciéndole:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a
quedarse con ellos. (Lc 24, 29)- Jesús entró en la casa porque para eso
ha venido, para estar con ellos. “Y
la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado
su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de
verdad.” (Jn 1, 14)-
“Porque donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mt 18, 20)-
Jesús
en vida era un Maestro exterior, enseñaba desde fuera; caminaba al frente de
sus discípulos y los conducía, pero, después de su resurrección, es un Maestro
interior, habita en el corazón de sus discípulos, y desde dentro los guía, los
enseña y los transforma. “Que Cristo habite en sus corazones por la fe” (Ef 3,
17)- El discípulo es un templo vivo de Cristo resucitado, por eso su fe es
sincera y su corazón está limpio (1 de Tm 1, 5)- Por eso su corazón puede ser
fuente de amor, y por amor puede ofrecerse como un sacrificio vivo, santo y agradable
a Dios (Rm 12, 1)- Y puede invocar su Nombre juntamente con otros que también
poseen un corazón limpio (2 Tin 2, 23)-
Posee
el corazón limpio el que ha sido redimido y se ha apropiado de los frutos de la
redención de Jesús: el perdón, la paz, la resurrección y el don del Espíritu
Santo, es decir ha sido justificado por la fe (Rm 5, 1) En la carta a los
hebreos nos dice la Escritura: ¡cuánto más la
sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a
Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a
Dios vivo! (Hev 9, 14)- Sólo con un corazón limpio se puede dar culto a
Dios, sin fe nada le agrada a Dios (Heb 11, 6)- El culto a Dios pide la unidad
del amor, la obediencia y la justicia (cfr Jer 1, 15).
Para
limpiarnos de nuestros pecados, Jesús nos da su Palabra.
Decía, pues, Jesús a los judíos que habían
creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» (Jn 8, 31- 32)-
¿Libres de qué? Y ¿Libres para qué? Libres de toda maldad que divide, confunde,
engaña, manipula, sofoca, esclaviza y mata, Y libres para liberar, reconciliar,
amar y para servir a Dios y a los hombres, y al como lo dice san Juan: Si alguno
dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama
a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido
de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano. (1 de Jn 4,
20- 21)-
Jesús vino a unir lo que estaba separado.
Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.» (Jn 11, 49. 50)- Caifás se refiere a Jesús. Pablo nos dice: Mas ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad (Ef 2, 13- 14)- Jesús derribó el muro que separaba a los hombres entre ellos y con Dios, pero ahora los hombres volvemos levantar muros altos y anchos para dividirnos. Muros de odio, de envidia, de mentira, de lijuria, etc.
La alegría de
Jesús es que todos tengamos un corazón limpio.
«Venid a mí todos los que
estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros
mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis
descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt
11, 28- 30)-
Por amor se
ofreció a si mismo como una hostia viva, santa y agradable a Dios: “También
tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que
conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso
me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la
quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para
recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.” (Jn 10, 16-
18)-
Jesús murió
para hacer de todos los hombres una sola Familia; hombres y mujeres, judíos y
gentiles, pobres y ricos, esclavos y libres, todos pueden llegar a ser uno en
Cristo ( Col 3, 11; Gal 3, 2o)- Y Jesús resucitó pata darnos Vida eterna, para
darnos Espíritu Santo, y ser así la Familia de Dios, en la que somos hijos de
Dios y hermanos unos de los otros. Todos con el mandamiento de Jesús: “Os doy
un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he
amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán
todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.” (Jn
13, 34- 35)-
El amor es
la señal que somos hijos de Dios, hermanos de los demás y servidores de todos.
Sin amor la fe es estéril, está muerta (Snt 2, 14)- Y nos encontramos vacíos de
Dios y de los valores del Reino. Pero llenos de malicia, mentira y envidia,
hipocresía y maledicencia (1 de Pe 2, 1)- La unidad en Cristo nos pide creer y
convertirnos (Mc 1, 15)- Convertirse es llenarse de Cristo y revestirnos de
justicia y santidad. (Ef 4, 24)-
El camino es
la escucha y la obediencia de la palabra para alcanzar la salvación por la fe y
la perfección cristiana. (2 de Tim 3, 14- 17)- La fe nace, crece madura y echa
frutos de vida eterna, siempre que la cultivemos. Los medios para cultivarla
son la Palabra de Dios, la Oración, la Liturgia, especialmente los sacramentos
de la Confesión y la Eucaristía, la práctica de la Caridad y el Apostolado. El Espíritu
Santo está y actúa en todos. Son los medios que Jesucristo dio a la Iglesia.
Publicar un comentario